Agricultura y cambio climático
La agricultura como fuente y sumidero
La agricultura es una fuente importante de emisiones de gases que contribuyen al efecto invernadero. Libera grandes cantidades de dióxido de carbono a través de la combustión de biomasa, principalmente en zonas de deforestación y de pastos.
La agricultura es también responsable de casi la mitad de las emisiones de metano. Aunque persiste en la atmósfera durante un tiempo más corto, el metano es aproximadamente veinte veces más potente que el dióxido de carbono en su acción de calentamiento y, por tanto, un importante factor a corto plazo del calentamiento global. Las actuales emisiones antropogénicas anuales son del orden de 540 millones de toneladas y están creciendo a un ritmo aproximado del 5 por ciento anual.
Sólo el ganado representa aproximadamente la cuarta parte de las emisiones de metano a través de la fermentación intestinal y la putrefacción de los excrementos. A medida que aumente el número de cabezas de ganado y que la producción pecuaria se haga cada vez más industrial, se prevé un aumento del estiércol del orden del 60 por ciento para 2030. Las emisiones de metano procedentes del ganado aumentarán probablemente en la misma proporción.
El cultivo de arroz acuático es otra fuente agrícola importante de metano, que representa aproximadamente una quinta parte del total de las emisiones antropogénicas. Se prevé que la superficie utilizada para cultivar arroz acuático aumente aproximadamente el 10 por ciento para el año 2030. Sin embargo, las emisiones pueden crecer más lentamente, debido a que una proporción mayor de arroz se cultivará con una gestión del regadío y de los nutrientes mejor controlada y a que se podrán utilizar variedades de arroz que emitan menos metano.
La agricultura es una fuente fundamental de otro gas importante que contribuye al efecto invernadero: el óxido nitroso. Este compuesto lo generan procesos naturales pero se ve aumentado por la lixiviación, la volatilización y la escorrentía de fertilizantes nitrogenados, y por la descomposición de los residuos de cultivos y residuos animales. El ganado representa aproximadamente la mitad de las emisiones antropogénicas. Se prevé que las emisiones anuales de óxido nitroso de la agricultura aumenten en un 50 por ciento para 2030.
La agricultura puede ayudar a mitigar el cambio climático
La agricultura puede ser también un sumidero para el carbono. Sin embargo, se acepta generalmente que los suelos, igual que otros sumideros biológicos (por ejemplo, vegetación) tienen un límite superior intrínseco para almacenamiento. La cantidad total que se puede almacenar es específica de lugares y cultivos, y la tasa de fijación desciende al cabo de unos cuantos años de crecimiento antes de llegar, en su momento, a alcanzar este límite. Se estima que en 1997-99 se fijaron de 590 a 1 180 millones de toneladas de carbono sólo en los suelos de cultivos, bajo la forma de materia orgánica del suelo procedente de residuos de cultivos y estiércol. Las proyecciones de crecimiento de cultivos implican que para 2030 este total podría aumentar en un 50 por ciento.
Otros cambios pueden aumentar dicho total todavía más. Si se recuperasen solamente dos millones de los actuales 126 millones de ha de suelos salinos anualmente, podrían suponer 13 millones de toneladas de carbono adicionales anualmente. En países desarrollados, la tierra que se deja de cultivar de manera permanente puede fijar grandes cantidades de carbono si se deja sin trabajar o se utiliza para repoblación forestal.
Según las condiciones agroclimáticas, la agricultura NL/AC puede fijar de 0,1 a 1,0 toneladas de carbono por ha/año, además de reducir las emisiones de dióxido de carbono en más del 50 por ciento, debido a la reducción del uso de combustibles fósiles en la labranza. El crecimiento potencial para la agricultura NL/AC es considerable. Si se convierten a la agricultura NL/AC otros 150 millones de ha de tierras de secano para el año 2030 y la tasa de fijación media en las tierras utilizadas de esta manera es de 0,2 a 0,4 toneladas por ha y año, otros 30 o 60 millones de toneladas de carbono pueden absorberse anualmente en los primeros años después de la conversión.
En el caso de que se abandonen algunas de estas prácticas, el carbono fijado se liberará a lo largo de un período de pocos años. Se necesitan sumideros de carbono agrícolas de esta clase para ganar tiempo que permita afrontar las emisiones de dióxido de carbono en su origen.
El cambio climático tendrá efectos muy diversos sobre la agricultura
El cambio climático afectará a la agricultura, a las actividades forestales y a la pesca de formas complejas, tanto positivas como negativas.
Se puede esperar que las concentraciones globales de dióxido de carbono en la atmósfera aumenten de 350 ppm a 400 ppm para 2030. El dióxido de carbono hace que los estomas de las plantas se estrechen, por lo que se reducen las pérdidas de agua y mejora el rendimiento en el uso de agua. El aumento de las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera también estimulará la fotosíntesis y tendrá un efecto fertilizante en numerosos cultivos.
En los tres próximos decenios, no se espera que el cambio climático haga disminuir la disponibilidad global de alimentos, pero puede aumentar la dependencia de los países en desarrollo de las importaciones de alimentos y acentuar la inseguridad alimentaria en los grupos y países más vulnerables.
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Se prevé que las temperaturas globales medias aumenten entre 1,4ºC y 5,8ºC para 2100. En el año 2030 el incremento será bastante inferior a éste, entre 0,5 y 1ºC.
El aumento será mayor en latitudes templadas. En éstas, el calentamiento global puede aportar beneficios para la agricultura. Las superficies adecuadas para cultivo aumentarán, la duración del período de cultivo aumentará, los costos de proteger el ganado durante inviernos largos disminuirán, los rendimientos de los cultivos mejorarán y los bosques pueden crecer con mayor rapidez. Sin embargo, estas ganancias pueden verse reducidas por la pérdida de algo de tierra fértil por inundación, especialmente en las llanuras costeras.
En zonas peor dotadas de agua, especialmente en los trópicos, el aumento de las temperaturas aumentará las pérdidas por evapotranspiración y reducirá los niveles de humedad del suelo. Algunas zonas cultivadas se harán inadecuadas para el cultivo y algunas de las zonas de pastos tropicales pueden hacerse cada vez más áridas.
El aumento de la temperatura también hará que aumente la gama de insectos dañinos para la agricultura e incrementará la capacidad de supervivencia de las plagas durante el invierno, que atacarán los cultivos de primavera. En los océanos, el aumento de la temperatura puede reducir el desarrollo del plancton, decolorar los arrecifes de coral y perturbar las pautas de crianza y alimentación de los peces. Las especies de agua fría, como el bacalao, pueden ver reducida su gama.
Unas temperaturas globales más altas también harán que aumente la pluviosidad. Sin embargo, las precipitaciones no se distribuirán de la misma manera entre las distintas regiones. De hecho, está previsto que en algunas zonas tropicales como el Asia meridional y el norte de América Latina reciban menos precipitaciones que antes.
También se espera que el clima se haga más variable que en la actualidad, con aumentos de la frecuencia y gravedad de acontecimientos extremos como ciclones, inundaciones, tormentas de granizo y sequías. Esto provocará mayores fluctuaciones en los rendimientos de los cultivos y en la oferta local de alimentos, así como mayores peligros de desprendimientos de tierras y daños por erosión.
Se espera que el nivel medio del mar aumente de 15 a 20 cm para 2030, y 50 cm para 2100. El aumento provocará la pérdida de tierras bajas por inundación, infiltración de agua de mar y mareas a causa de tormentas. El asentamiento debido a una extracción excesiva de aguas subterráneas puede exacerbar el problema de la infiltración en algunas zonas. También se producirán daños en los cultivos de hortalizas y en la acuicultura en zonas bajas y en pesquerías que dependan de manglares para sus terrenos de desove. Los efectos serán más graves en zonas costeras, especialmente en deltas densamente poblados y utilizados para la agricultura, del tipo de los que se encuentran en Bangladesh, China, Egipto y la India y las tierras continentales de Asia meridional. Sólo en la India, las pérdidas para 2030 pueden alcanzar la cifra de 1 000 a 2 000 km2, lo que provocará la destrucción de 70 000 a 150 000 medios de existencia.
Todavía hay incertidumbres considerables en la mayoría de las proyecciones. El efecto global sobre la producción de alimentos en 2030 será probablemente pequeño: por ejemplo, está previsto que los rendimientos de cereales disminuyan aproximadamente el 0,5 por ciento para el decenio de 2020. Pero habrá grandes variaciones regionales: se piensa que es posible un aumento de los rendimientos en las regiones templadas; en el Asia oriental, el Sahel y el África meridional el resultado podría ser positivo o negativo; en otras regiones en desarrollo lo más probable es que se produzca una disminución de los rendimientos. En todos estos casos, el cambio potencial de los rendimientos es del 2,5 por ciento o menos, hacia arriba o hacia abajo, para 2030 y del 5 por ciento o menos para 2050.
Es importante señalar que estos cambios sólo son los que pueden resultar del calentamiento global en ausencia de cualquier otro factor. En la práctica, es probable que los cambios de la tecnología reduzcan o compensen sobradamente los efectos del cambio climático. Entre los cambios tecnológicos más importantes estarán las mejoras de variedades de cultivos y procedimientos de cultivo, que harán aumentar los rendimientos. Factores como la difusión de la agricultura NL/AC y la expansión del regadío se combinarán con la difusión de nuevas variedades de cultivos para reducir la sensibilidad de algunos sistemas al cambio climático.
Las desigualdades en la seguridad alimentaria pueden acentuarse
En conjunto, parece probable que el calentamiento global beneficie a la agricultura de países desarrollados situados en zonas templadas y que tenga efectos adversos sobre la producción de muchos países en desarrollo situados en zonas tropicales y subtropicales. Por tanto, el cambio climático podría aumentar la dependencia de los países en desarrollo de las importaciones y acentuar las diferencias existentes entre el norte y el sur en cuanto a seguridad alimentaria.
Algunas tendencias futuras amortiguarán el golpe. La mejora de las comunicaciones y carreteras permitirá transportar los alimentos con mayor rapidez a zonas afectadas por sequías o inundaciones. El crecimiento económico y el aumento de los ingresos seguirán permitiendo que la mayoría de la población de la mayor parte de los países siga mejorando sus niveles de nutrición. Un cambio sostenido de las ocupaciones agrícolas a la industria y los servicios, junto con el desplazamiento de zonas rurales y marginales a centros urbanos, hará que más países sean capaces de pagar sus importaciones alimentos y que menos personas sean vulnerables a descensos locales de la producción de alimentos.
Pero la seguridad alimentaria de las personas y países pobres, bien podría verse reducida por el cambio climático. Incluso en 2030, seguirá habiendo centenares de millones de dichas personas que estarán desnutridas o al borde de la desnutrición. Serán especialmente vulnerables a la perturbación de sus ingresos o suministro de alimentos por pérdidas de las cosechas o acontecimientos extremos como sequías e inundaciones.
Mientras el comercio agrícola no sea totalmente libre y las comunicaciones con zonas marginales sigan siendo deficientes, persistirán diferencias entre los precios locales, nacionales e internacionales, con el resultado de que los precios de los alimentos en zonas afectadas por acontecimientos extremos podrían aumentar acusadamente, aunque sólo sea de manera temporal. En el sur de Mozambique, por ejemplo, los precios del maíz en la primavera de 2000 aumentaron rápidamente después de las inundaciones, mientras que en el norte se mantuvieron a la mitad de nivel del sur o incluso disminuyeron ligeramente, debido a que el transporte entre las dos zonas era difícil.
Los efectos negativos del cambio climático caerán de manera desproporcionada sobre los pobres. Los que se verán más duramente golpeados serán los agricultores a pequeña escala y otros grupos de ingresos bajos en zonas propensas a sequías, inundaciones, infiltración de agua salada o mareas, y pescadores afectados por la disminución de capturas debida a temperaturas más altas del mar y cambios de las corrientes. Las zonas que con mayor probabilidad sufrirán la mayor variabilidad climática y acontecimientos extremos serán las que ya sufren los perjuicios de esos mismos fenómenos. Muchas de las zonas en riesgo por los niveles en aumento del mar son actualmente pobres, y es posible que no disfruten del desarrollo económico necesario para pagar la protección contra inundaciones.
El problema de la mayor vulnerabilidad a la inseguridad alimentaria causada por el cambio climático será probablemente muy grave en 30 ó 40 países. La mayor preocupación se centra en África. Algunos expertos estiman que en fechas cercanas como el año 2020 ó 2030, el cambio climático puede deprimir la producción de cereales en esta región del 2 al 3 por ciento, lo que sería suficiente para aumentar el número de personas con riesgo de pasar hambre en 10 millones. Este es el efecto previsto en ausencia de otros cambios y podría verse compensado por un incremento anual, aunque fuese modesto, de los rendimientos, pero sigue representando un obstáculo adicional que tendrá que salvar la agricultura africana.
Selección de tecnologías y políticas
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Muchas de las medidas necesarias para reducir los efectos del cambio climático o adaptarse a él, son valiosas para afrontar problemas existentes como la contaminación del agua y del aire, la erosión del suelo y la vulnerabilidad a sequías o inundaciones.
Medidas para reducir las emisiones de gases que contribuyen al efecto invernadero:
Medidas para favorecer la adaptación al cambio climático:
- Agricultura no-labranza/de conservación en zonas de secano
- Aplicar precios apropiados al agua, gestión y tecnología en superficies de regadío
Medidas para reducir la inseguridad alimentaria:
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